Cesar Gutiérrez
30 de diciembre 2020
Dentro de
las tantas acusaciones que se hicieron en la pasada campaña electoral al
gobierno pasado, la más socorrida era la de haber maniobrado para que no se
ventilaran en el caso ODEBRECHT, los supuestos actos de corrupción consistentes
en “sobornos”, “sobrevaluaciones”, “fraude en las licitaciones”, etc.
Sin embargo,
como el tiempo es el mejor aliado del descubrimiento de la verdad y de la
mentira, ayer, dos altos funcionarios del gobierno actual, mismos que eran asiduos
críticos a de la empresa de generación de energía, me refiero al ministro de Energía
y Minas, Antonio Almonte y el actual administrador de la termoeléctrica, Serafín
Senario, donde ambos funcionarios, al parecer, en un intento de mantener mínimamente
la critica a la gestión pasada, recuren a denunciar un mal manejo en la ceniza
que produce la planta eléctrica Punta Catalina.
En sus
desafortunadas declaraciones, ambos funcionarios reconocen el potencial que
significa la planta de Punta Catalina, la cual produce entre el 25% y el 30% de
la energía que es inyectada diario al Sistema Eléctrico Nacional Interconectado
(SENI) cada día y que apagarla, seria retroceder a los funestos apagones de
años atrás, en un reconocimiento a lo correcto de haberla construido.
Es como
reconocer que lo que decían de Punta Catalina, no era cierto y reconocer que el
vehículo está en perfectas condiciones, sino, que adolece de una falla en el
muffler.
Esto lleva a
una profunda reflexión: escuchar a estos dos altos funcionarios, responsables hoy
de un área tan sensibles a la economía y el desarrollo del país, decir que no
se puede apagar a Punta Catalina, después que publicaron en gran parte de la prensa
nacional que encenderla sería catastrófico y un peligro para el país, se parece
mucho a lo que se decía en campaña de las solicitudes de extensión del estado
de emergencias, que se negaba y denunciaba, mientras que ahora, se pide con
mucha antelación a que culmine el actual.
La verdad
que, cuando se montan olas de aceptación popular, el sector favorecido se
aprovecha y dice y hace de todo, con el fin de que la ola lo lleva, ahora bien,
esa misma ola los trae, como dice la canción y ahora los vemos con la misma cachaza,
tratando de enmendar sus desafortunadas denuncias con las pinochadas de hoy.
Muchas cosas
de las que se dijeron en esa campaña, están en la mente de la gente aun, mas
les aseguro que, el pueblo que no es tonto, sabrá esquivar las nuevas mentiras
que se inventan desde el gobierno y, escogerá nuevas olas que de paso se
llevaran de paro a los artífices del más alto endeudamiento externo, del
desconocimiento de los derechos del trabajo y de la sin razón en la República
Dominicana.
Culmino
estas cortas letras anunciando mi próximo artículo titulado.
Luis
Abinader, un hombre bueno muy mal acompañado
Hasta
entonces